Como en el cuento de Lewis Carrol, Shenmue nos traslada a través del espejo a una nueva realidad. Un mundo de más de 3 gigas donde habitan cientos de personajes “con vida propia”, capaces de involucrarnos en la experiencia de juego definitiva. Ha llegado el momento de abrir los ojos al futuro, comienza la era Shenmue.
Querido diario, hoy he jugado a vivir, he sido Ryo Hazuki y he vuelto al Japón de 1986. Hoy he compartido sus sentimientos y experimentado todas sus sensaciones. Por fin he conocido el auténtico tributo al videojuego que Yu Suzuki ha conseguido con Shenmue.
A veces ocurre que un videojuego trasciende más allá del entretenimiento.
Pocos son los elegidos que por realización técnica o desarrollo han conseguido romper la barrera de la diversión y convertirse en auténticas obras de arte, tan perfectas, que escapan a cualquier clasificación, y Shenmue es uno de ellos. Desde la firma de Suzuki sobre la pantalla, un aroma de superproducción lo inunda todo: música, gráficos y un ritmo extraordinario se combinan para trasladarnos a otra realidad tan cercana a la nuestra que no dejamos de sorprendernos con cada nuevo detalle y parece que nunca se terminan.
Pero la pieza clave destinada a marcar un antes y un después en el terreno de las aventuras es su sistema de juego, una especie de “simulador de vida” tan complejo que permite realizar cualquiera de las actividades de una persona en la realidad.
El mejor modo de imaginar un día en la vida de Ryo Hazuki es, ponerse en su lugar, despertar en nuestro dormitorio, rodeados de muebles y objetos de construcción tan perfecta que bastan para embelesarnos durante largos minutos. Pero no se trata sólo de decoración, el concepto de escenario interactivo va más allá de poder modificar el entorno. Se trata de abrir cajones, coger y utilizar cualquier objeto… en definitiva de actuar con las mismas posibilidades que cualquiera tiene en la vida real. Y claro, con tales capacidades el sistema de control “se complica”. Mientras que con la cruceta digital controlamos nuestro movimiento, Shenmue nos permite dos tipos de observación, una con el gatillo derecho (en primera persona) y otra desde la propia pantalla de juego con el “stick”, dejando los botones para actuar y acceder a los menús.
Una vez que nos hemos familiarizado con este sistema podemos atrevernos a inspeccionar el resto de la casa. Y lo mejor es que preparéis un buen repertorio de exclamaciones porque no hay estancia que pierda la capacidad de sorpresa, especialmente cuando nos cruzamos con otros personajes.
Las conversaciones lamentablemente en inglés (existen traducciones “piratillas”), no sólo disfrutan de los mejores gráficos sino que además son distintas (y coherentes) en cada ocasión. Además, según profundizamos en el desarrollo, éste es uno de los elementos que mayor importancia cobra, ya que, al contrario que la mayoría de los juegos de la época, la investigación en Shenmue (como en la vida real) no se apoya en la resolución de puzles sino en interrogatorios y diálogos.
Pero la verdadera aventura comienza cuando salimos de nuestra casa para buscar al asesino de nuestro padre. Las calles de la pequeña aldea japonés donde vivimos “hierven” de vida, y cientos de personajes, cada uno con su propio carácter, desarrollan todo tipo de actividades. Lo más habitual será que tengamos una cita con alguien a una hora determinada, así que podemos hacer un poco de tiempo en el salón recreativo jugando a clásicos de la talla de “Hang On”. Cuando el sol brilla en todo lo alto consultamos nuestro reloj para descubrir que sólo quedan 5 minutos, así que lo mejor será que atravesemos un par de calles, paremos en el supermercado para comprar una chocolatina (esperando que en el envoltorio nos toque un juego de Saturn para jugar en casa) y nos “plantemos” en el lugar convenido.
Nuestro encuentro resulta de lo más intenso. En la trastienda de un estudio de tatuajes nos espera nuestro enlace, pero en el momento más inesperado decide atacarnos. Así, entramos en uno de los numerosos “Quick Time Events” que aparecen repartidos por todo el juego, en los que tenemos que reaccionar con velocidad para ir pulsando los botones que la pantalla nos indica y así solucionar una secuencia de acción “cinematográfica”.
Sin embargo, conscientes de que no era suficiente con resolver los enfrentamientos de este modo, AM2 ha diseñado un sistema de combate, llamado “Free Battle”, que nada tiene que envidiar a los juegos de lucha.
Así, en determinados enfrentamientos, con hasta 3 enemigos, Shenmue nos dota de un impresionante catálogo de movimientos de ataque, que podemos incrementar con la práctica, y cuyo resultado no desmerece si lo comparamos, por ejemplo, con Virtua Fighter.
En cualquier caso, si hemos conseguido salir airosos del trance, se nos proporcionarán nuevas pistas.
Pero además de este maravillosos e innovador sistema de juego aún hay algo más que nos sumerge en la “experiencia Shenmue”. El colofón a tanta exuberancia técnica lo pone un argumento, aunque algo convencional, resuelto con maestría. Este juego es uno de esos en los que uno se pasa todo el día pensando, esperando ver qué ocurrirá cuando dé su siguiente paso, si bien es cierto que la investigación en sí nos obliga a seguir un camino trazado, sin misiones secundarias ni libertad de elección a la hora de combatir o interrogar a alguien.
Apenas importa. Las posibilidades casi infinitas de entretenimiento (desde cuidar a un gato “virtual” hasta jugar al billar) se encuentran por encima de cualquier adjetivo.
Shenmue fue y es todo lo que esperábamos y mucho más, pese a su desarrollo lineal, y cada segundo frente a él nos sumerge en una atmósfera de la que no deseamos salir.
En cuanto a los gráficos; expresiones faciales, entornos 3d cuidados al milímetro, interacción total…
En definitiva, Shenmue disfruta del mejor apartado técnico de aquella época (incluso a día de hoy no desentonaría en absoluto con los juegos actuales), pero su genialidad va más allá. Lo que Suzuki ha logrado es una simulación de la realidad, la experiencia jugable más parecida a la vida misma.
Como obra de arte que es, escapa de las calificaciones, Shenmue es un regalo de AM2 a todos los jugadores del mundo, es una auténtica maravilla…
Para mí Shenmue 1 fue una revolución, nunca me habría esperado encontrarme con un juego así. Todo, desde llegar a nuevas localizaciones, el sistema de combate, eventos secretos que podías descubrir o no (por ejemplo, conversaciones con la novia, con algún amigo, técnicas secretas que te enseñaba alguien)… la ciudad desprendía vida, y había varias formas de obtener la pista que necesitabas, con lo que daba la impresión de que todos los comercios y la mayoría de la gente tenía algo que decirte.
A mí me encantaba ir a trabajar con el carretillo por las mañana en el puerto; es más, me parece fenomenal la traslación que hace el juego de la mafia, la peligrosidad de las calles por las noches, los malotes; y también de la gente honrada y trabajadora, siempre dispuesta a ayudarte en la misión.
El sistema de combate era muy divertido, y los QTEs… bueno, como no había saturación de juegos que lo llevasen, se soportaba.
Para mí el 2 era un poco inferior… había en general menos posibilidad de mezclarse con el mundo, aunque había muchas localizaciones y tenía más acción. En fin, 2 juegazos imprescindibles, una lástima que la tercera parte parezca un imposible. También me gustaría mencionar la ESPECTACULAR banda sonora, los minijuegos y el cariño y humanidad que desprendían todos los personajes del juego.
Si quieres algo parecido, tienes la saga Yakuza, aunque el primero es un poco aburrido (tiene saturación de combates).
Otra cosa que me encoantó de Shenmue y me olvidé de comentarla: todo el espíritu onírico del juego, los sueños, la mezcla de una realidad fantástica con el mundo real del currela que se gana la vida… las influencias de David Lynch se ven a leguas en mi opinión en Shenmue, y le sientan genial al juego.
¿Algún emulador que vaya bien?
Yo por fin pude jugarme esta joyita en modo non-stop durante 24 horas con un amigo hasta acabármelo. Sólo puedo decir una cosa: ES UNA PASADA; una obra maestra dónde sus pequeños defectos (tiene pocos) se le perdonan y dónde para mí personalmente se merece un 9,8 (un 9 sólo es un insulto para este juego).
En breves os contaré mi experiencia de juego en un diario Jarcor 😀
Ni parando para dormir?
Lo jugaste en la Dreamcast o tirando de emuladores?
Joer Lecho, qué alegría que lo hayas jugado y que te haya gustado, en serio 😀
Inolvidable este juego. En el top historias seguro, y vaya injusticia lo de la tercera parte. ¿Cómo olvidar al vendedor de perritos calientes que te enseñaba técnicas, la escenita en la agencia de viajes, el HeartBeats Bar con los malotes, la «Warehouse Number 8», las recreativas, el puerto…? Son demasiadas cosas.
Si puedes darle al 2, sigue siendo un buen juego, pero es bastante inferior, en mi opinión. Y si quieres algo parecido, los Yakuza. El 1 es un poco rollo, pero el 2 y el 3 están muy bien.
Edu, creo que hay un emulador que se llama Chankast que funcionaba muy bien.