Cuando éramos pequeños, y en casa entraba un juego cada 6 meses, lo exprimíamos cual ciudadano español (también ayudaba el hecho de no disponer de facebook para procrastinar). Ya lo hemos escuchado muchas veces, es cierto, pero entre la falta de información y el guiarnos por la carátula para comprar nuestro juego, bien nos podíamos estar llevando a casa todo un desafío total (chan… chan… chan… cha-chán…) para nuestros mandos/teclados. Si bien el reto era enorme, acabábamos por conseguirlo: nos pasábamos aquel plataformas creado por el diablo. Luego crecimos y aumentó nuestro catálogo de juegos, disminuyó nuestro tiempo libre y nos volvimos, aunque no nos guste, un poco casuals. ¿Quieres volver a sentir aquella sensación de júbilo al superar el mundo 3-7 después de mil intentos para llegar por primera vez al mundo 4-1 y quebrarte la cabeza pensando en cómo vas a conseguirlo? En ese caso, Super Meat Boy es tu juego.
La historia de Super Meat Boy es simple: el malvado Dr Fetus (un feto metido en una burbuja protectora vestido de traje) secuestra a nuestra novia, Bandage Girl (literalmente, chica tirita). Nosotros, como el valeroso superhéroe Meat Boy (chico carne), deberemos poner fin a esta afrenta y rescatar a nuestra amada. Así comienzan los homenajes a juegos retro y no tan retro que en Super Meat Boy veremos durante todo nuestro recorrido.
Habrá guiños a muchos juegos, desde breves escenas a formas de superar fases enteras. Incluso podremos desbloquear personajes jugables, con sus características propias (el Headcrab de Half-Life, que se pega a las paredes; el protagonista de Braid, que puede retroceder en el tiempo algunos segundos; o Mr Minecraft, que puede ir colocando bloques para saltar por el nivel). Veremos guiños descarados a Mario Bros, Sonic, Pokemon, Street Fighter, Castlevania, Megaman o Portal, y el sentido del humor de los desarrolladores está, valga la redundancia (llevo tiempo sin escuchar esta coletilla), bien desarrollado, con algunos momentos realmente divertidos.
Para hablar claro: Super Meat Boy no es un juego fácil. Prepárate para efrentarte a más de 300 niveles de muerte, pinchos, sierras mecánicas, lásers, final bosses, fuego, lava volcánica, saltos imposibles, fases con scroll lateral, nieve, sal, enemigos… Te sientas en tu silla o sofá, agarras el mando y empiezas a poner caras. Gritas, espasmos nerviosos recorren tu cuerpo y mantienes los pies en suspensión mientras con tu cabeza le das a Meat Boy ese impulso extra para llegar a la plataforma de la izquierda. Pondrás muecas que no creías que poseyeras, y tu madre/novia/mascota pasará por el pasillo preguntándose por qué demonios gritas «Nooooooooooo, joderrrrr…», «¡¡SÍ!!» o das patadas al suelo. Ni que estuvieses viendo un partido de fútbol.
Hay dos razones principales por las que no tiramos el mando por la ventana o lo destrozamos lanzándolo contra el suelo. La primera es que, una vez muertos, reaparecemos instantáneamente y sin perder tiempo en otras pantallas al principio de la fase, en una mezcla de frustración (te pasas una sucesión de pinchos y sierras mecánicas complicadísima, y después palmas en el último salto, que además está chupado) y sed de venganza contra los creadores. La otra es el pulido control, preciso como pocos (cuando perdemos tenemos la sensación de que el fallo lo hemos cometido nosotros) y con el que iremos ganando una maestría digna de la época de los 16 bits.
Meat Boy se mueve rapidísimo, tiene un salto cuya longitud depende del tiempo que pulsemos el botón, y puede rebotar contra las paredes e ir deslizándose hacia abajo por ellas. Con estas 4 cosas, tan simples a priori, tendremos desafío para rato. ¿Cuánto rato? Pues unas 15 horas, y como intentemos desbloquear todos los personajes y acabar el 100 % de las fases oscuras (fases con dificultad extra o cosas cambiadas que se abren si somos capaces de superar la fase original en pocos segundos), nos vamos a ir a las 35 horas, y después nos vamos a ir a un psicoanalista porque…
¡¡Quiero pasar esta fase arrrghhhhh!! En el fondo nos gusta que nos piquen y que nos pongan a prueba, y el juego lo consigue. Pocas obras de arte actuales son capaces de mantenerte tanto tiempo en tensión. Super Meat Boy te hace perseverar y conseguir tu objetivo, aunque tengas que estrellarte innumerables veces. Es esa partida al Pro o al Fifa que se alarga 5 horas porque tu colega tiene el día inspirado y no hay quién le tosa, pero tú no sueltas el mando hasta que te vayas a casa con una victoria. Es el triunfo de la constancia y de un juego que no te da nada regalado, ahí está su grandeza. Quieres sufrir, quieres que te cueste conseguir la victoria, y además, pretendes disfrutar a lo grande con ello.
Podríamos seguir hablando de su curradísima banda sonora, de las fases creadas por jugadores y del reducido precio al que lo puedes conseguir por steam, XBOX Live (ojo, logros DUROS) o incluso en formato físico con extras. También podríamos charlar sobre la tremenda satisfacción que provoca pasártelo y descubrir que esa pericia con el mando no había desaparecido, sino que solamente estaba dormida, pero en su lugar, pondremos la nota y una recopilación de memes de funnyjunk, que te harán sentirte especialmente identificado con ellos si has superado este viaje a otros tiempos.
* Nota aclaratoria: aquí 8,1 es una notaza.
Uff…. pinta bien, pero me da que es el típico juego al que dejas de jugar para irte a la cama porque al siguiente día tienes que madrugar, pero sigues escuchando la música del nivel que has dejado pendiente, no consigues dormir y te pegas la megaviciada y 3 días jodidos hasta que te lo terminas y dices: bien!! ya puedo hacer vida!! Una miradita al listado de pendientes, te acuestas, vuelves a encender la luz, otra miradita de reojo a la estantería de pendientes… ba, dormiré… por ahora.