Ridge Racer / Análisis (PlayStation – 1994)
En aquella época, la máquina de Sony puso todos sus bits en la parrilla de salida con la intención de marcar las distancias con sus más directos competidores. El arma de Sony fue nada más y nada menos que el impresionante Ridge Racer de Namco. Un juego irresistible, con un encanto que va más allá de su fama como arcade.
Los que busquéis calidad gráfica la vais a encontrar. PlayStation demuestra que es capaz de mover polígonos y texturas con una soltura más que envidiable y con una velocidad bordeando el límite.
El espectáculo Ridge Racer comienza desde el momento en que metemos en disco y los coches más increíbles empiezan a desfilar por la pantalla. Jugad, disfrutad de los 180.000 polígonos por segundo, elegid la pista que prefiráis y afrontad el reto de ser los mejores. Ante vuestros ojos volarán edificios, montañas, puentes, túneles y hasta helicópteros con una asombrosa nitidez. Las texturas que se han robado a la conversión no tienen más importancia que la de ganar un brillo más o conseguir algún volumen. Apenas se nota. Sólo notaremos velocidad y una impecable presentación gráfica.
Pero eso no es todo, ni siquiera lo más importante. Os va a sorprender su jugabilidad. Cuatro coches y tres circuitos son vuestro primer encuentro (ahí puede estar la única pega de Ridge Racer: los coches son muy parecidos y los circuitos son siempre el mismo al que se van añadiendo tramos). Pero este detalle dejará de importar, al menos en parte cuando empecéis la carrera y la chica del bikini os dé la salida. A partir de ese momento todo será disfrutar. Un control sencillísimo os permitirá evolucionar sobre una carretera casi real al tiempo que sorteáis rivales. Acelerador y freno será lo único que necesitéis al principio. Luego, cuando vayáis aprendiendo lo fácil que es correr, podréis intentar volar con el cambio manual. Un poco más complicado pero mucho más efectivo.
Si además queréis disfrutar de la fluidez de movimientos del coche y de todos sus detalles, podéis optar por una perspectiva exterior que no existía en el juego original. Se puede cambiar de una a otra vista con sólo pulsar un botón y dependiendo de nuestras ganas de disfrutar y de nuestra experiencia.
Aunque al principio puede parecer un juego fácil, pronto descubriremos que cada nueva victoria lleva consigo un nuevo reto. Después de concluir primeros en los tres circuitos iniciales accederemos al Extra Game, que nos permitirá jugar los circuitos al revés y bajo nuevas condiciones climatológicas.
Algún que otro invitado sorpresa y la mayor habilidad de nuestros rivales ya no os pondrán las cosas tan fáciles. Eso sí, siempre más divertidas. Porque con Ridge Racer resulta absolutamente imposible el aburrimiento.
Recién nacida –en Europa-, la PlayStation demostró que sabe mucho de juegos. Tanto que Ridge Racer (de los primeros juegos de PlayStation) no podía ser más atractivo y sugerente. Impactante en los salones recreativos, impactante en su versión doméstica.
Cierto es que se le pueden encontrar defectos de juventud (los derrapes no están muy logrados, no hay deformaciones en los coches tras un impacto…), pero nada importante. A la hora de jugar todo resulta impecable, suave, emocionante y el juego sabe atrapar y picar al jugador que se enfrascará en una lucha casi personal contra el crono y los rivales.
La música es cañera, con ritmo, fuerza y toda la calidad que se podía esperar del formato digital.
Los sonidos son perfectos, de motor, voces digitalizadas, derrapes, choques… toda una colección de efectos.
Muy sencillo de jugar y muy, muy divertido. Amantes de la simulación abstenerse, este es un juego arcade puro y duro.
En fin, este juego fue uno de los “culpables” que me hizo comprarme una PlayStation allá por el año….. bah, dejémoslo.
Un arcade de conducción de vez en cuando a todos nos gusta; aunque menuda decepción tras probar el Need for Speed 2 tras haber sido fan del primero ¬¬’
Se parece bastante al Screamer, no?