Super Castlevania IV / Análisis (SNES – 1991)

En 1991, tan solo una año después de la salida a venta de la Super Nintendo (1992 en Europa) y en plena edad dorada de la compañía, Konami regalaba a todos los poseedores del “Cerebro de la Bestia” una auténtica joya, Super Castlevania IV.

Considerado por muchos el mejor Castlevania jamás creado, es innegable la calidad del título aún a día de hoy.

Pero empecemos por el principio, la historia.

La noche caía lentamentente sobre Transilvania. A lo lejos se podía escuchar el griterío de los habitantes del pueblo, comerciando, comprando… eso sí, ajenos a lo que estaba ocurriendo en el cementerio privado de Drácula…

Allí, varios encapuchados lanzaban cánticos y letanías paganas en honor del vampiro. Cuando uno de ellos levantó los brazos ceremoniosamente; una ruidosa tormenta comenzó a caer del rojizo cielo. Un gran rayo bajó de entre las oscuras nubes y cayó con fuerza sobre la tumba del dueño y señor del castillo. Al poco el príncipe de las tinieblas, no sin esfuerzo, se levantó de su tumba y sacudió su polvorienta capa. Una sonrisa indescriptible atravesó su pálido rostro.

Ajeno a todo, el pueblo continuaba con su ajetreo… todos menos uno, Simon Belmont, miembro de la familia que generación tras generación, viene enfrentándose al inmortal vampiro. Simon, que había oído el estruendoso trueno, bajó la mirada y se dirigió a casa lentamente… Algo le decía que esta vez, era su turno, el primogénito de los Belmont… la responsabilidad del enfrentamiento…

Y así, señoras y señores, comienza esta aventura única de Konami, Super Castlevania IV.

Para este juego la Super Nintendo explotaba gran parte de su potencial gracias, sobre todo, al famoso Modo 7.

A lo largo de 12 fases llenas de monstruos, esqueletos, murciélagos, y demás criaturas del averno, Simon Belmont debía abrirse paso hasta llegar al Conde Drácula.

Durante esas 12 fases seremos testigos de varias virguerías graficas de las que era capaz nuestra querida SNES, inolvidable la fase en la que el suelo caía a nuestros pies mientras que el fondo giraba dándonos una sensación de que algo estaba cambiando en el mundo de los videojuegos. Igualmente la fase en la que vamos saltando de lámpara en lámpara es sencillamente única e irrepetible.

Sin duda esta fase nos dejó a todos con la boca abierta.

Aqui tenemos al bueno de Simon jugandose la vida saltando de lámpara en làmpara. (de dimensiones desproporcionadas, las cosas como son)

Mención aparte, como en todo Castlevania que se precie, están los jefes finales. Desde calaveras gigantes, hasta parejas espectrales bailando a nuestro alrededor, pasando por esqueletos a caballo, e incluso la mismísima Muerte, todos ellos realizados con un impecable diseño y bellísima factura. Curiosamente, según mi opinión, el jefe final, el Conde Drácula no está a la altura del resto, incluso es de los más fáciles de batir una vez aprendidos sus patrones de ataque.

Como curiosidad este es el único Castlevania en el que podemos atacar en las 8 direcciones posibles, algo que incomprensiblemente fue descartado en juegos posteriores. Así como el poder balancearnos con nuestro látigo (Vampire Killer) en ciertas zonas.

La música de este juego daría para un capítulo aparte, simplemente soberbia, en mi humilde opinión, está sin duda en el Top 3 de las mejores BSO para juego alguno en 16 bits. Aún hoy en día, cuando la escucho no sé como hicieron para aprovechar de esa forma  el chip de sonido Sony SPC700 de SNES.

Masanori Adachi y Souji Tajo fueron los artífices de estas obras maestras de la música donde predomina el órgano tan tétrico y característico de esta saga.

Ya por último, en la parte negativa está los movimientos del personaje que son algo toscos y cuyo salto parece que “levitamos” por un momento. De verdad que no se me ocurre nada mas… bueno, tal vez el encontrar muslos de pollo para recuperar vida al golpear las paredes del castillo (¿?)

Sin duda un “must have” de la época para nuestra Super Nintendo y que sin duda hoy en día es perfectamente jugable.

Un AVANCE con mayúsculas de lo que la Super Nintendo era capaz de hacer…