Relic Rush / Análisis
En el año 2013 llegaba para plataformas móviles un sencillo juego desarrollado por una sola persona, Jason Pickering. Se trataba de Relic Rush y sus mecánicas no podrían ser más sencillas, puesto que solamente tenemos que tocar en cualquier lado de la pantalla con un dedo para llegar al final del juego. Controlamos a un explorador que se lanza a la búsqueda de unas reliquias, pero no será sencillo, ya que todos los niveles que atravesará están plagados de trampas y enemigos.
La mecánica de juego es muy sencilla. Tocamos en la pantalla para que nuestro personaje se pare y quitamos el dedo para que siga su camino. El tema de caminar, saltar, elegir la mejor ruta… todo se realiza automáticamente. Los enemigos seguirán unas rutas prefijadas y las trampas también seguirán unos patrones de movimiento predefinidos.
¿Cual es entonces el reto que nos presenta el juego?
Pues ajustar al milímetro nuestros movimientos para superar todos los obstáculos. En ocasiones tendremos que saltar por encima de los enemigos y en caso de haber más de uno, habrá que pasar por el el lugar en el que podemos saltar en el momento en el que ambos se encuentran juntos. Los distintos enemigos tienen su truco y todos tienen suficiente personalidad propia. La fase de la casa encantada es sin duda un homenaje a Mario World, puesto que también habrá grandes piedras que caerán del techo y fantasmas que solamente se moverán si nosotros nos estamos desplazando. El juego funciona y todo es gracias a su excelente ritmo de juego sin pantallas de carga o mensajes tontos entre intento e intento, puesto que moriremos bastante.
Tendremos una barra de tiempo que se irá reduciendo en cada zona y según el tiempo que nos lleve completar cada zona recibiremos una medalla de oro, plata o bronce.
El juego cuenta con unos gráficos de lo más simples. A diferencia de otros juegos cuyo nivel de pixel art es de gran calidad, este juego simula las plataformas de juego más antiguas de principios de los años 80. Puede que sus gráficos nos sean del agrado de mucho, pero una vez nos ponemos a jugar nos olvidaremos de este tema. Disponemos de cinco mundos con cuatro zonas cada uno. Cada mundo tiene una estética característica: jungla, ártico, desierto, casa encantada y volcán. Cada mundo está formado por cuatro zonas que a su vez se componen de unos diez niveles cada una. Los niveles son muy pequeños, ya que la totalidad de los mismos se mostrarán en la pantalla sin movimiento alguno de cámara (que por cierto, es vertical), pero su gran número compensa ésto.
La banda sonora ha sido compuesta un tal Jack Menhorn y puede hacer que se nos caiga alguna lagrimita, puesto que a pesar de ser retro a más no poder, las melodías son muy pegadizas. Son tonos alegres o tétricos dependiendo de cada mundo. El hecho de que solamente haya una por mundo puede llegar a rayar a algunos. Canciones simples pero efectivas; buen trabajo, Jack. Los efectos de sonido… ésto… ehm… supongo que habréis jugado alguna vez a juegos de la NES o de la Master System, ¿no?
No se, pero a mi personalmente me ha parecido un juego mucho mejor que toda la basura que de títulos a base de objetivos estúpidos, monedas y coleccionables que abundan para Android e iOS. Ni mucho menos será el juego de vuestra vida, pero es entretenido y se ve que ha sido creado con cierto cariño. Podría extenderme más… bueno, no, así que doy por finalizado el análisis.
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